lunes, 3 de mayo de 2010

Los mundos de Daína Chaviano

por Noel Mendez Machin
Esta entrevista se efectuó en la Feria Internacional del Libro de Miami en 2004 coincidiendo con el lanzamiento de la novela Gata encerrada.

NMM-Estaba intentando hacer un boceto tuyo, y surge la pregunta: ¿Te consideras actualmente una gata encerrada o liberada?
Daína- Bueno, depende de cómo lo mires.


NMM- ¿Te cogí fuera de base?
Daína- No, porque eso puede tener dos interpretaciones, cuando yo hablaba de gata encerrada en la novela, no me refería a que me sintiera reducida desde el punto de vista de prejuicios o algo así, sino que me sentía encerrada en el sitio donde estaba. A veces, cuando uno habla de “liberada”, piensa en otro tipo de cosas, ¿no? Más bien yo diría que ahora me siento una gata más libre que liberada.

NMM -¿Disfrutas el encierro como preámbulo de la liberación o lo consideras algo contra lo que debes lidiar?
Daína - Para mí la liberación representa últimamente el espacio y el momento en que escribo; es el momento en que me libero de todo tipo de ataduras sociales, de tabúes, de prejuicios, de lo que pensará la otra persona; es el momento en el que soy yo, y sí, prefiero encerrarme para liberar este tipo de ideas. Prefiero encerrarme para poder dar rienda suelta a mi mundo interior. Creo que, aislándome del mundo físico, paradójicamente me siento más unida al resto del universo y de alguna manera me puedo conectar mejor con los seres humanos.

NMM- ¿De qué te consideras más cercana, de la hedonista o de la soñadora?
Daína- De la soñadora,
NMM- ¿Definitivamente?
Daína- Definitivamente.

NMM- Juegas en una salsa literaria de tecnología, magia y erotismo. ¿Cuál de las tres cosas te motiva más hoy como escritora?
Daína- La magia, sin duda alguna. Bueno, la tecnología en sí nunca ha sido mi fuerte ni mi interés, desde el punto de vista literario, porque siempre me ha interesado más la problemática humana, lo que tiene que ver directamente con el mundo interior del hombre, con su psicología, con su espiritualidad. El erotismo lo he trabajado. Y siempre, de alguna manera, ha estado inmerso en mi obra, mezclado con otras cosas. Pero sin duda es la magia, y todos los elementos relacionados con ella, la que ha tenido un papel fundamental en lo que escribo

NMM - Háblame de los mundos que amas y, si existen, de los que odias…
(risas)
Daína- Lamentablemente, existen unos cuantos mundos que odio, y son los que tienen que ver con la violencia, con el terror, con la intolerancia, con los prejuicios, con los tabúes, con los odios, con las guerras. En “Los mundos que amo”, que fue mi primer libro, creo que establecí mi filosofía, mi actitud ante la vida, que es básicamente optimista; aunque últimamente, con los años y las experiencias, a veces a una le cuesta más trabajo ser optimista. Pero en el fondo este libro fue una declaración de como veo la humanidad. Creo intrínsecamente en el hombre, creo que la humanidad ha sobrevivido porque hay más bien que mal en ella, y porque hay más inteligencia que estupidez, aunque a veces uno dude si queda alguna inteligencia en el mundo después de escuchar ciertas cosas. Pero trato de aferrarme a esos mundos que amo y trato de seguir defendiéndolos, y tratando de que, con mis acciones y, si se puede, con mi obra, se muestre de algún modo lo mejor del hombre.

NMM-¿Vivir en Miami ha transformado la noción de esos mundos?
Daína- Sí, mucho. Yo no diría que ha quitado, sino que ha añadido cosas en ese sentido. Por primera vez he sabido lo que es la soledad. En Cuba no me daba cuenta de lo importante que son la familia y los amigos. No me daba cuenta de lo importante que es hasta incluso la propia estructura física de una ciudad, lo que significa tener parques y aceras y portales a los que uno se asome y pueda saludar al vecino

NMM- En lo cual participaste activamente, ¿no?, desde “Architectural Digest”.
Daína- Sí, aunque ya dejé ya la revista. Ahora estoy en mi casa escribiendo solamente, por el momento. Así es que, si se quiere, estoy un poco más retirada todavía del mundo. Pero en ese sentido he aprendido a apreciar más lo que es la conexión humana en Miami y también creo que he madurado un poco, porque a partir de Miami cambié, durante un periodo de una década, los temas sobre los que estaba escribiendo. Sentía que debía hacer una serie de novelas que se habían estado gestando, sin darme cuenta, cuando estaba en Cuba. Algunas ideas las tenía desde Cuba, pero obviamente nunca me había sentado a escribirlas porque sabía que no podía darles salida en la isla. Y escribir esas novelas cambió también mi forma de ver la vida, las relaciones humanas y, de alguna manera, la literatura.

NMM– Tú marcaste un precedente en la literatura de ciencia ficción; un precedente también para la literatura cubana. Con respecto a eso, ¿cómo te sientes?, digo, sin dudas debe haber un orgullo, pero que entraña asimismo responsabilidades, quizás, hasta sin querer, políticas. ¿Cómo te afecta eso?
Daína– Bueno, si algún aporte, se puede hablar de mi obra dentro de Cuba es quizás el hecho de que “Los mundos que amo”, que recibió el premio del primer concurso de ciencia ficción que se convocaba en la isla, le abrió paso a toda una generación de autores jóvenes, ya nacidos dentro de la revolución, a diferencia de los tres o cuatro autores anteriores que pertenecían a una generación muy anterior. Me cupo la dicha y el placer de poder ayudar a muchachos más jóvenes en los talleres que dirigía. Mucho de los cuentos y novelas que analizamos en ese taller fueron después premios de ciencia ficción o libros que se publicaron. Muchos asistentes al taller podíamos haber sido, en algunos casos, mis hermanos, debido a la edad y, en otros, casi hijos. La verdad que todos éramos jóvenes, pero yo me sentía un poco la mamá de muchos, y me sentía muy feliz cuando me enteraba que iban a salir algunos de sus libros, o que habían sido premiados en algún sitio. Muchos de ellos siguen publicando ahora.

NMM- Como cubana abierta a la universalidad, ¿qué te duele y qué te satisface más de tu gente?
Daína- Lo que más me duele es el reciclaje del odio. Entiendo que es muy difícil perdonar ciertas cosas. Incluso entiendo por qué hay personas que no pueden hacerlo; y lo entiendo a nivel individual, personal. Pero a nivel social e histórico, pienso que el odio y la intolerancia engendran más odio y más intolerancia. Y eso odio nos hace daño. Por lo menos, lo que hago es no tratar de responder a este odio y a este dolor con más odio y más dolor, sino tratando de crear algo positivo a partir de esos sentimientos. Me duelen mucho las discusiones y los insultos que a veces se cruza la gente, sencillamente porque tienen ideas que, incluso, a veces no son muy diferentes, porque al final todos estamos de acuerdo de que existe un gran adversario. Pero entonces las discusiones surgen a partir de qué es lo mejor, o bien para acabarlo de sacar del poder, o bien sobre qué ocurrirá después. Y ahí es donde, en vez de haber un poco de comprensión y tolerancia, como ocurre en los matrimonios establecidos, donde cada parte debe ceder un poco para llevar a un acuerdo común, no veo que ninguna parte ceda ante la otra, y eso me duele porque no veo de qué modo podrán reconciliarse esas diferencias.
En cuanto a lo que más amo, bueno, amo muchas cosas de mis compatriotas: la pasión que sienten por la vida; su alegría y su humor, en medio de las desgracias más terribles; la esperanza que nunca pierden… El cubano nunca pierde la esperanza de que las cosas vayan a mejorar, aunque la noche se extienda, a veces, interminablemente. Uno de sus rasgos positivos es su poder de creatividad. Pienso que el cubano es uno de los pueblos más creativos del planeta, en muchos sentidos. Históricamente siempre hemos tenido grandes artistas plásticos a nivel internacional. También grandes escritores, grandes bailarines, grandes músicos. Y creo que esta capacidad infinita de auto-inventarse, de renovarse, de absorber diferentes culturas, es algo muy propio del cubano

NMM- Basta con ver un automóvil cruzando el estrecho de la Florida.
Daína- Ahí entraríamos a hablar de los inventos de otro tipo que hacen...

NMM- En la obra que estás presentando [una nueva edición de Los mundos que amo] planteas la credulidad del lector como parte segura de una trampa para vencer ese mismo descreimiento. ¿Tiene algo que ver en esto Howard P. Lovercraft?
Daína- Tiene que ver con Lovercraft, pero tiene que ver más con Poe, que fue una influencia muy grande en mi adolescencia. Lovercraft también me influyó en este sentido. Como otros muchos lectores, me volví loca prácticamente con el famoso “Necronomicon” de donde salen esos mitos. Fui de las miles de personas que me creí en su existencia. Lovecraft fue realmente un escritor que sabía cómo preparar al lector para esto. Creo que esta credulidad del lector tuvo que ver con estas influencias literarias, pero también se debe al hecho cierto de que “Los mundos que amo” se basa en experiencias personales reales, y esto es percibido por el lector de alguna manera.

NMM - También hablas de romper las barreras impuestas por la materia. Paralelamente para muchos que la ven desde afuera, Miami una ciudad típicamente materialista, ¿cuál es tu visión al respecto?
Daína- Yo quiero descubrir para el resto del mundo. Quiero mostrar un Miami que no es el que suele ver la gente, que es el que aparece en las guías turísticas y que se ha vendido en muchas novelas. He estado trabajando en una novela [se refería a La isla de los amores infinitos, publicada dos años después] donde aparece un Miami muy diferente, un Miami espiritual que no se conoce, que está muy lejos de ese sol y de esas playas llenas de gente joven y hermosa y superficial. Es un Miami oscuro, tenebroso y lleno de fantasmas. Pero eso es parte de mi peregrinaje personal: andar descubriendo los fantasmas y las sombras que hay en los lugares.

NMM- Veamos a la Filología como una ciencia médica. ¿Qué diagnóstico puedes hacer de la literatura en español en nuestra ciudad, y en especial, la ciencia ficción?
Daína- Es un poco complicado porque, que yo conozca, no existe nadie más que cultive actualmente la ciencia ficción en Miami- Y si hay algún escritor, no lo conozco. Así es que no podría hablarte ni siquiera de un movimiento de este tipo en la ciudad. Desde el punto de vista literario, en general, Miami ya es un centro donde, aunque la prensa, la televisión y la radio muchas veces lo ignoren, viven autores latinoamericanos reconocidos internacionalmente. Entre nosotros viven autores de muchas comunidades, no solo cubanos. Y es una pena es que habiendo escritores que publican con las mayores casas editoriales en español del mundo, no se les haga ninguna promoción internamente. A veces estos autores salen a otras partes y son recibidos con los brazos abiertos por otras comunidades, mientras que en Miami viven casi en silencio ―en el patio de la casa, como quien dice;― y nadie los busca, nadie cuenta con ellos para actividad alguna, pudiendo hacerse tantas cosas.


NMM-En tus narraciones existe una paradoja entre los grados de civilización. Por un lado desdeñas el desarrollo contemporáneo como símbolo de mejoría humana, y por el otro, propones una ética cósmica como base de verdadera humanización. ¿Se trata de inconformidad literaria o de una queja acerca de nuestras propias barbaries culturales?

Daína- Eso tiene que ver con el hecho de que, en un principio, siempre pensé que la tecnología iba a traer un mejoramiento en la calidad de vida del ser humano. Pero no ha sido así. Mientras más tecnología aparece, por otro lado siguen apareciendo la miseria, la violencia y los marginados. Hemos perdido el contacto directo con la naturaleza, con esa magia que surge del contacto con la tierra, con las plantas, con los animales… Se ha perdido la conexión psíquica del hombre con el universo. Algunas religiones o movimientos espirituales tratan de mantener este contacto, pero en su mayoría los grandes adelantos tecnológicos han alienado y cosificado mucho más al ser humano, en vez de ayudarlo a integrarse más al universo, o de ayudarlo a crecer como individuo, a nivel de especie. Por eso a veces me rebelo contra la tecnología, y voy en busca de una vida más simple, más pura, más mística y más espiritual

NMM- Tus ojos siempre me han parecido dos bocas llenas de visiones. ¿Te gustaría compartir alguna con nuestros lectores?
Daína- Sigo soñando con un mundo que cada día se acerque más a lo que entendemos por ciencia ficción o fantasía, donde se hagan realidad esos deseos de futuros que no han ocurrido. No hay cosa que me gustaría más que ver un mundo donde las fronteras perdieran importancia, donde ya no importara tanto ser cubano, o palestino, o israelí, o ruso, o canadiense, sino un simple ser humano; donde pudiéramos comunicarnos y viajar con más libertad, sin tener que estar a merced de la censura o las decisiones de un gobierno. Me gustaría que las personas fueran un poco más inteligentes a la hora de elegir a sus gobernantes. Sigo soñando con esa posibilidad. No sé qué tendrá que suceder para que esto llegue, para que las personas dejen de odiarse, de atacarse; para que la libertad de religión se convierta en tolerancia mutua, para poder ver a un musulmán en la esquina, rezando en dirección a la Meca, y junto a él, un budista meditando. Esta es una visión con la que sueño, pero creo que no voy a verla, a menos que venga alguna misión-comando del lejano futuro para rescatarnos.

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